lunes, 7 de agosto de 2023

MANIFIESTO POR LA LECTURA, Irene Vallejo

 Enamorados de la aceleración, nos deslumbran las conexiones instantáneas, los procesadores vertiginosos, el milagro de oprimir una tecla y comunicarnos de inmediato a través de inmensas distracciones. Pero toda esa tecnología rápida y fabulosa es hija de una máquina que trabaja despacio: el cerebro. Y es precisamente su lentitud el secreto de su refinado funcionamiento... Presos de la prisa, hemos arrinconado la educación de la paciencia. A esta falta de serenidad cognitiva podemos denominarla crisis de distracción. Guy Debord afirmó que nuestro tiempo nos empuja a ser más espectadores que lectores... Leer no es tan pasivo como oír o ver; es recreación y efervescencia mental. Leemos a nuestro propio ritmo, modulamos la velocidad, interiorizamos lo que queremos asimilar y no lo que nos arrojan con tal ímpetu y volumen que acabamos apabullados... Los libros emergen como aliados para recuperar el placer de la concentración, la intimidad y la calma. Por eso, leer puede ser un acto de resistencia. 

Leer nos enseña a hablar, nos educa en el arte del diálogo. "Los libros hacen los labios" solía decir el maestro de retórica Quintiliano hace veinte siglos... En lo leído está el vocabulario de nuestras propias vidas. Todos somos a nuestra manera narradores y necesitamos las palabras apropiadas para contar y contarnos cada día, para convencer y encantar a quienes nos escuchan. Por este motivo, quienes leen son capaces de exteriorizar con más claridad sus ideas, traducir en palabras sus emociones, ordenar y verbalizar el trayecto de su aprendizaje...

Los niños que leen más hablan y escriben mejor. Nuestro fracaso escolar es, básicamente, un fracaso lingüístico. Y lo es incluso en matemáticas. 

                                                                        Irene Vallejo, Manifiesto por la lectura, Siruela, 2020.

MADRIGAL, Gutierre de Cetina

  Ojos claros, serenos,  si de un dulce mirar sois alabados ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parec...