DESPEDIDA DE SU MUJER Y SUS HIJAS
Ya la oración se termina, la misa acabada está,
de la iglesia salieron y prepáranse a marchar.
El Cid a doña Jimena un abrazo le fue a dar
y doña Jimena al Cid la mano le va a besar;
no sabía ella qué hacerse más que llorar y llorar.
A sus dos niñas el Cid mucho las vuelve a mirar.
"A Dios os entrego, hijas, nos hemos de separar
y sólo Dios sabe cuándo nos volvamos a juntar."
Mucho que lloraban todos, nunca visteis más llorar;
como la uña de la carne así apartándose van.
Mío Cid con sus vasallos se dispone a cabalgar,
la cabeza va volviendo a ver si todos están.
Habló Minaya Álvar Fáñez, bien oiréis lo que dirá:
"Cid, en buena hora nacido, ¿vuestro ánimo dónde está?
Pensemos en ir andando y déjese lo demás,
todos los duelos de hoy en gozo se tornarán,
y Dios que nos dio las almas su consejo nos dará”.
Al abad don Sancho vuelve de nuevo a recomendar
que atienda a doña Jimena y a las damas que allí están,
a las dos hijas del Cid que en San Pedro han de quedar;
sepa el abad que por ello buen premio recibirá.
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