Han de pasar los años y te volverás vieja.
Estarás sentadita junto al televisor
y al recordar de pronto las palabras de amor
que yo te estoy diciendo, recordarás mi queja.
Ya nadie habrá a tu lado. En la tarde bermeja
nadie te escuchará ni verá ese temblor
que los ecos lejanos te traerán, o el frescor
de la noche que llega, más allá de la reja.
Tras el tapial mohoso de un cementerio triste
en polvorienta sombra mi cadáver reposa
mientras en soledad te encoges, dolorida,
entonces lamentando el desdén que tuviste.
Vive, bésame ahora, no esperes otra cosa,
recojamos hoy juntos las rosas de la vida.
Agustín Delgado, Luis Mateo Díez y José María Merino.
“Soneto”, Parnasillo provincial de poetas apócrifos, 1975.
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