La
sonrisa de Beatriz
«¿Dónde está ella?» —dije yo de pronto.
Y él:
«Para que se acabe tu deseo
me ha movido Beatriz desde mi puesto:
y si miras el círculo tercero
del sumo grado, volverás a verla 5
en
el trono que en suerte le ha cabido».
Sin responderle levanté los ojos,
y vi
que ella formaba una corona
con
el reflejo de la luz eterna. [...]
«Oh mujer que das fuerza a mi esperanza, 10
y
por mi salvación has soportado
tu pisada dejar en el infierno,
de tantas cosas cuantas aquí he visto,
de tu poder y tu misericordia
la virtud y la gracia reconozco.
La libertad me has dado siendo siervo
por
todas esas vías, y esos medios
que estaba permitido que siguieras». [...]
Así recé; y aquella, tan lejana
como la vi, me sonrió mirándome;
luego volvió hacia la fuente incesante.
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