¡Flores felices, biennacidas hierbas
que, pensativa, pisa mi señora;
campo que oyes su voz cautivadora
y de sus bellos pies huellas conservas;
arbustillos de frondas aún acerbas,
violetas cuyo tinte me enamora,
umbrosas selvas, que os mostráis ahora,
llenas de sol, más altas y superbas;
oh sitio ameno, oh río de agua pura
que le bañas la faz, y de su vista
tomas la viva luz que es tu hermosura;
yo envidio que de honesto amor os vista!
No habrá en vosotros una piedra dura
que a arder entre mis llamas se resista.
1. En su alabanza de la dama, Petrarca emplea un conjunto de elementos naturales idealizados. ¿De qué tópico se trata?
2. Para empresar la intensidad de su pasión amorosa, el poeta utiliza en los dos últimos versos una figura literaria. ¿En qué consiste?
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